A veces estamos tan centrados en lograr diferentes cosas en el día que olvidamos administrar nuestro tiempo y disfrutar de él. Hacer no necesariamente significa lograr. La intención detrás de nuestros movimientos es la que determina si este hacer es positivo, creativo o de algún beneficio.

Si una de nuestras intenciones es concentrarnos al cien por ciento en la actividad que estamos realizando en ese momento obtendremos mejores resultados, o al menos resultados conscientes.

“Lo importante es este momento en movimiento. Haz del momento algo vital y digno de ser vivido. No permitas que se desvanezca desapercibido e inútil”.

Martha Graham

Como bailarina, Martha Graham sabía lo bello que puede ser un movimiento creado con intención en armonía. Parecería que los bailarines profesionales hacen todo con facilidad y naturalidad, pero realmente es el resultado de años, horas de práctica y la alineación de una intención entre mente, cuerpo y espíritu. Si esta intención es perseverante se llega al punto en el que cada acción sucede sin esfuerzo.

Somos seres en movimiento como reflejo de nuestro estado interior. Aceptar cualquier sentimiento que surja al realizar actividades nos permitirá vivir en un espacio de aceptación y calma sin entrar en conflicto con nosotros mismos.

No tenemos que ser o sentir de otra manera más que lo que somos en ese preciso momento, no es necesario cambiar. La misma intención nos llevará al cambio necesario de manera natural.

Un movimiento es el resultado de todo lo que adquirimos en la inactividad.

Cada movimiento de una bailarina tiene una razón de ser, cada parte de su cuerpo está despierta, consciente, por eso, el resultado es tan bello.

Descubrir lo que nos apasiona, las actividades que dan valor a nuestra vida y lo que es importante para nosotros, nos hace comprender que las cosas ya son perfectas, en ese momento y en su existencia, y nos lleva a la intención en movimiento.